Title: The Redemption of a Lost Father

Había una vez un CEO llamado Maximiliano Romero. A sus 33 años, era conocido por su atractivo físico, músculos bien definidos y una personalidad ególatra y narcisista. Sin embargo, bajo su fachada de éxito y arrogancia, escondía una historia oscura marcada por el maltrato hacia su único hijo, Julián. Julián, de 15 años, era todo lo contrario a su padre. Nerd, delgado y tímido, prefería pasar el tiempo leyendo y explorando el mundo de la tecnología. Esta carencia de las cualidades que Maximiliano valoraba, desencadenaba en el CEO una ira sin control. A diario, Julián era víctima de humillaciones, abusos físicos y psicológicos por parte de su propio padre, quien lo consideraba un fracasado. Como si en casa no fuera suficiente, la vida de Julián en la preparatoria era otro infierno. Sus compañeros lo acosaban sin piedad, aprovechando su vulnerabilidad. Un fatídico día, abrumado por el incesante sufrimiento, Julián no soportó más y se arrojó desde la ventana del tercer piso de su escuela. Lo llevaron al hospital, donde milagrosamente lograron salvarle la vida. Las autoridades intentaron comunicarse con Maximiliano, pero él, indiferente, ignoró la llamada. Impulsados por los indicios de abuso, los investigadores profundizaron en la vida personal del joven. Descubrieron las atrocidades cometidas por Maximiliano, y después de arrestar a los compañeros de clase de Julián, confrontaron a Maximiliano. Frente al pánico que el chico mostraba hacia su padre, decidieron arrestarlo por maltrato y violencia intrafamiliar. Julián sería colocado en un hogar de paso después de su recuperación. Los policías llevaron a Maximiliano al hospital para que viera el terrible daño que le había infligido a su hijo. Al mirar a Julián debatiéndose entre la vida y la muerte, Maximiliano sintió un arrepentimiento profundo. Suplicó por una oportunidad para redimirse, pero los policías fueron inflexibles. "Lo sentimos, ya perdió a su hijo. Ahora vámonos, lo espera una celda", le dijeron. Desesperado, Maximiliano no quiso aceptar la pérdida de su libertad ni de su hijo. Con una fuerza sorprendente, noqueó a los policías y huyó con la camilla de Julián, llevándolo hasta una ambulancia que se robó. Mientras abrazaba a su inconsciente hijo, le prometió: "Descansa, pequeño. Papá contratará a los mejores médicos. Comenzaremos una nueva vida. Nunca te perderé." Sin embargo, la policía lo alcanzó y fue arrestado de nuevo. Por sus crímenes, fue condenado a cuatro largos años en prisión. Ahí, gracias a su carisma y poder, rápidamente se hizo con el control del penal. Meses después, uno de sus hombres le informó durante una visita que Julián se había recuperado y había sido adoptado por una pareja de clase media. Al recibir las fotos y la dirección de la nueva familia de Julián, Maximiliano quemó las imágenes con un cigarro y juró venganza: "Pronto saldré de aquí y ustedes, malditos muertos de hambre, pagarán por arrebatarme a mi hijo." Planeó meticulosamente su fuga y finalmente escapó, no sin antes incendiar la prisión para fingir su propia muerte. Con una identidad nueva, irrumpió en la casa de la pareja adoptiva de Julián, asesinándolos a sangre fría frente a los ojos del aterrorizado joven. Luego, tomó a su hijo y prendió fuego a la casa. Con un tono más calmado, pero aún sin remordimiento, Maximiliano le dijo a Julián: "Esto lo hice por nosotros, pequeño. Estoy arrepentido de todo lo que te hice; lo único que quiero es que me des una oportunidad para ser el padre que mereces. Vamos a un nuevo hogar donde comenzaremos una nueva vida." El joven, aún traumatizado, fue obligado a seguir a su padre, comenzando una nueva etapa marcada por el control y la sombra del pasado.