The Sad Symphony of Heartbreak

Era una soleada mañana de verano cuando Ethan, un joven de 14 años, decidió refugiarse en la biblioteca de su casa. Débil, nerd y poco agraciado en apariencia, Ethan sufría constantemente el acoso de su propio padre, Mark, un modelo atractivo, musculoso y egoísta de 34 años. Mark no perdía oportunidad de menospreciar y humillar a su hijo, sumido en su egocentrismo y narcisismo. Hasta que un día, en un acto de crueldad máxima, decidió abandonar a Ethan a su suerte. El joven, confundido y dolido, vagaba por el jardín de su casa cuando fue encontrado por Carlos, el destacado jardinero de la familia, un hombre generoso y amable que siempre había sentido un cariño especial por Ethan. Carlos, al ver el sufrimiento en los ojos del joven, decidió brindarle el amor y la seguridad que tanto necesitaba. Con el pasar de los años, Carlos se convirtió en el padre que Ethan nunca tuvo, construyendo una relación basada en el cariño y la confianza, mientras Ethan crecía y se convertía en un joven fuerte y capaz. Mientras tanto, el destino jugaba sus cartas contra Mark. Su belleza y éxito sucumbieron ante las artimañas de su esposa, quien, con frialdad y astucia, estafó a Mark, robándole todo y dejándolo en la calle. Sin dinero ni hogar, Mark se convirtió en un mendigo, vagando sin rumbo y enfrentando las consecuencias de su vida egocéntrica. Un día, en una esquina de un callejón, Mark se encontró con su hijo Ethan. Aunque su aspecto había cambiado, su mirada implorante lo delató. Ethan, mostrando una nobleza impresionante, decidió perdonarlo y llevarlo a su casa. A pesar de todo el daño, Ethan se mantuvo firme en sus principios de compasión y empatía. A medida que pasaba el tiempo, Mark intentó reparar su relación con Ethan, pero el joven veía en Carlos a su verdadero padre, y no podía olvidar el pasado tormentoso con su progenitor biológico. Los intentos de Mark por reconectar sólo le generaban más frustración y resentimiento hacia Carlos, quien en su mente era el "usurpador" del cariño de su hijo. La situación llegó a un punto crítico cuando, en un arrebato de celos y odio, Mark decidió acabar con la vida de Carlos, estrangulándolo con sus propias manos. El acto violento fue descubierto por Ethan, quien no podía comprender tal barbarie. En un ataque de pánico, Mark ató a Ethan, tratando de justificar su crimen. "¿Por qué no puedes amarme? Yo soy tu padre. Mate al usurpador y tú lloras su muerte. Nunca te dejaré ir, eres mío y sólo mío". Eventualmente, Mark desató a su hijo, pero comenzó a cuidarlo de manera enfermiza y restrictiva. Pasó el tiempo, y Mark logró recuperar su fortuna. Aprovechó esta ventaja para construir una "prisión de oro" para Ethan, un lugar donde pudiera controlarlo y asegurarse de que nunca lo abandonara. Ethan, atrapado en una vida de lujo, vive con el constante recuerdo de Carlos, el hombre que le enseñó lo que significaba ser verdaderamente amado. Y aunque parezca que el destino de Mark se ha redimido en fortuna, su alma permanece encarcelada por el odio, el rencor y la impotencia de un amor impuesto y jamás correspondido.