"The Laughing Body: The Old Woman's Plan"

Había una vez en un pequeño pueblo, una anciana llamada Doña Ester. A sus 85 años, Doña Ester era conocida por su sabiduría y paciencia. Sin embargo, no todos en el pueblo la respetaban. Una joven llamada Camila, malcriada y arrogante, no perdía la oportunidad de burlarse de Doña Ester, llamándola "vieja fea" en cada encuentro. Doña Ester, aunque acostumbrada a la insolencia de Camila, un día decidió que ya era suficiente. No quería venganza, sino una lección. En su juventud, Ester había sido aprendiz de una poderosa bruja y aún recordaba algunos de los hechizos y rituales que había aprendido. Con determinación, comenzó a trazar un plan. Esa misma noche, Doña Ester se dirigió al viejo desván de su casa, donde guardaba libros de hechizos y antiguos artefactos mágicos. Buscó entre los polvorientos tomos hasta encontrar uno que contenía el hechizo que necesitaba: el hechizo del intercambio de cuerpos. Este extraño ritual requería una noche de luna llena y la voluntad de ambas almas para completar el intercambio. Doña Ester pasó días preparando los ingredientes necesarios y esperando el momento adecuado. Una noche, bajo el brillante resplandor de la luna llena, ella preparó una pócima especial, mezclando hierbas y recitando palabras en un idioma olvidado. La pócima burbujeó y cambió de color hasta que estuvo lista. A la mañana siguiente, Doña Ester buscó a Camila. La encontró en el mercado, como siempre, gastando indiscriminadamente el dinero de sus padres. Doña Ester se acercó a ella y, antes de que Camila pudiera decir algo hiriente, le ofreció una bebida fresca y "revitalizante". Camila, sin sospechar nada, tomó el vaso y bebió de un solo trago. "Siento que me estafaste con eso", gruñó Camila. "¡Eres una vieja fea y estúpida!" Con una sonrisa, Doña Ester simplemente dijo: "Nos veremos pronto, querida." Esa noche, mientras Camila dormía, el hechizo comenzó a hacer efecto. Ambos cuerpos se iluminaron con una luz mágica y comenzaron a cambiar. A la mañana siguiente, Camila despertó en el cuerpo de Doña Ester y viceversa. La confusión fue inmediata y completamente desorientadora para Camila, ahora atrapada en un cuerpo viejo y débil. Intentó gritar y correr, pero su nuevo cuerpo no respondía como el de una joven. Doña Ester, ahora en el cuerpo joven y vigoroso de Camila, sonrió con satisfacción. Las siguientes semanas fueron un tormento para Camila. Cada vez que intentaba explicar la situación, nadie le creía. Sus amigos y familiares pensaban que simplemente había perdido la cabeza. Por otro lado, Doña Ester, disfrutando de su nueva juventud, se dedicó a ayudar al pueblo con una energía renovada. No pasó mucho tiempo antes de que se convirtiera en una querida figura entre los jóvenes, quienes la admiraban por su sabiduría y generosidad, aunque vestía el cuerpo de una chica joven. Camila, en cambio, aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los ancianos. La dolorosa realidad de vivir con un cuerpo envejecido la hizo reflexionar sobre sus propias acciones y palabras. Trató de enmendar sus errores, pero el hechizo era permanente y la lección ya estaba dada. Con el tiempo, Doña Ester reveló la verdad a Camila. No por crueldad, sino para darle una última enseñanza. "La juventud es tan efímera como una flor de primavera", le dijo. "Pero la bondad y el respeto son las verdaderas riquezas que podemos llevar con nosotros." Aunque no podía recuperar su cuerpo, Camila, poco a poco, aceptó su destino y comenzó a vivir con humildad y compasión, valorando cada día como una oportunidad para ser mejor. Mientras tanto, Doña Ester disfrutó de sus nuevos años con una hilarante burla hacia la anterior insolencia de Camila. Y así, la lección fue aprendida, la arrogancia fue reemplazada por humildad, y el pequeño pueblo nunca volvió a escuchar las hirientes palabras "vieja fea" de la boca de la joven anciana.