**Renacimiento entre Llamas: La Oscura Redención de un Padre Narcisista**

Era una fría mañana de invierno cuando el CEO más carismático y musculoso de la ciudad, Alexander Rousseau, se miraba al espejo de su lujoso penthouse. A sus 33 años, su atractivo físico y la arrogancia que lo envolvía le habían conseguido no solo éxito en los negocios, sino también una larga lista de enemigos. Sin embargo, ninguno era más cercano que su propio hijo, Elías. El joven de 15 años era un nerd, un debilucho según Alexander, y un perdedor. El bullying emocional y físico al que Alexander sometía a Elías no tenía límites. Cada día era una nueva oportunidad para degradarlo y echarle en cara sus fracasos imaginarios. En la preparatoria, la vida de Elías era un infierno: además de soportar a su padre, era objeto de crueles acosos por parte de sus compañeros de clase. Un día, presa de la desesperación, Elías se arrojó desde la ventana del tercer piso de su escuela. Afortunadamente, los primeros auxilios le salvaron la vida. Cuando las autoridades intentaron comunicarle a Alexander lo ocurrido, él desestimó la importancia de la llamada. Las investigaciones revelaron la magnitud del acoso que sufría Elías en la escuela. Los responsables fueron arrestados y llevados a centros de detención de menores. Con el tiempo, las autoridades notaron el profundo miedo que Elías sentía hacia su padre, lo que condujo a la detención de Alexander por maltrato y violencia intrafamiliar. Los agentes llevaron a Alexander al hospital para que viera el resultado de su crueldad. Al ver a Elías entre la vida y la muerte, algo en él se rompió. Rogó por una oportunidad de redimirse, pero recibió la fría respuesta de los oficiales: "Lo sentimos, ya perdió a su hijo. Ahora, le espera una celda." Desesperado, Alexander se rebeló. Noqueó a los policías y se llevó la camilla de su hijo, robando una ambulancia en un intento desesperado de comenzar una nueva vida. No fue lejos; la policía lo atrapó rápidamente y lo condenó a cuatro largos años de prisión. La vida en la cárcel no fue una barrera para Alexander. Con su carisma y poder, pronto tomó el control del lugar. Uno de sus leales seguidores, en libertad, le visitó un día con noticias: "Patrón, su hijo se recuperó y fue adoptado por una pareja de clase media." Al ver la foto de la pareja, Alexander, con un cigarro encendido, la quemó y prometió venganza. Meses después, Alexander escapó de la prisión, creando una confusión que hizo pensar a todos que había muerto en un incendio. Con una nueva identidad, se dirigió a la casa de la pareja adoptiva. Iracundo y decidido, irumpió en la vivienda y, sin piedad, asesinó a la pareja frente a los ojos aterrorizados de Elías. Se llevó a su hijo y quemó la casa, todo mientras le decía: "Esto lo hice por nosotros, pequeño. Estoy arrepentido de todo lo que te hice. Lo único que quiero es que me des una oportunidad para ser el padre que mereces. Vamos a un nuevo hogar, donde comenzaremos una nueva vida." A pesar de las terribles acciones y trastornados pensamientos de Alexander, su camino estaba lejos de la redención. Lo que él llamaba amor era en realidad una manifestación retorcida de su narcisismo y control. El futuro de Elías, llevado a la fuerza y lleno de traumas, quedaba envuelto en una peligrosa y oscura incertidumbre.