"Ecos de la Venganza: La Canción de Hicran"

**Hicran: El Juego de la Memoria** La tormentosa noche en la que Koray disparó a Yeliz en un acto de salvaje venganza por la muerte de Madal quedó grabada en su memoria, pero no fue el final de su oscura travesía. El veneno del odio aún corría por sus venas, y con una mente torturada por la pérdida, planeó el siguiente acto de su cruel obra. Pasaron los días, semanas y meses, mientras observaba a Emre y Hicran desde las sombras, esperando el momento oportuno para dar su golpe. Finalmente, la feliz noticia de la boda de Emre y Hicran llegó, iluminando sus corazones y cubriendo de júbilo su entorno. Pero la luna de miel, ese tiempo de felices comienzos, se convirtió en la escena de un escalofriante desenlace. En un ataque meticulosamente planeado, Koray irrumpió en su villa recóndita y aislada, y ante la impotente mirada de Hicran, asesinó a Emre con fría determinación. Sin embargo, su cruel plan no terminaba ahí. Koray sujetó a la aterrada Hicran y vertió en su boca una bebida especialmente preparada, un brebaje que la sumiría en el olvido y la llenaría de falsos recuerdos. Al despertar, Hicran no recordaba nada de lo ocurrido. Sus nuevos recuerdos le susurraban que estaba casada con Koray y que su pequeña Melek era hija de ambos. Todo parecía una historia de amor construida sobre una fundación de horrores ocultos. Melek, atónita y asustada, recibió una severa advertencia de Koray: jamás debía revelar la verdad a Hicran, o las consecuencias serían nefastas. Esa misma noche, Hicran se entregó a Koray, desconociendo el peligroso juego en el que la habían involucrado. Para Koray, esa noche representó la apoteosis de su venganza contra Emre, saboreando el amargo triunfo de tener a la mujer de su enemigo en sus brazos. Sin embargo, con el paso de las semanas y los meses, el odio inicial comenzó a transformarse en algo inesperado. Koray, que había planeado esta farsa para saciar su sed de venganza, se encontró perdidamente enamorado de Hicran. Estos nuevos sentimientos lo consumían, y el miedo a perderla lo paralizaba. Incapaz de soportar la idea de que Hicran recupere la memoria y descubra la verdad, se decidió a mantener el engaño a toda costa. Koray, quien había perdido a Madal una vez, no permitiría revivir esa aflicción. Para él, Hicran era ahora su razón de vivir, y con una mezcla de amor y desesperación, se dispuso a proteger su ilusoria realidad sin importar el precio a pagar. Su amor construído sobre mentiras y tragedia se balanceaba peligrosamente, en una tensión perpetua entre la verdad oculta y el amor naciente que, paradójicamente, había brotado de las profundidades del dolor y la traición.